Xibalbá, el mural de Rina
Fue a finales del 2018 que la vida nos llevó a Rina Lazo. En ese momento estábamos proyectando en diferentes espacios el documental ¿Quién? ¿Quiénes? Nadie, Voces del 68, un proyecto que surgió del entusiasmo del entonces naciente colectivo Tliltototl, que conformamos Lydia Leija, Rodrigo Ortega y yo. Entre la necedad de los tres y la ayuda de quienes nos creyeron o al menos nos siguieron la corriente fue que logramos nuestra ópera prima. Una de esas personas que nos compartió su tiempo y consejos fue la escritora Elena Poniatowska, quién además de quedar gratamente sorprendida con aquél documental de presupuesto cero, tuvo la amabilidad de presentarnos con Rina y dejarnos bien recomendados lo cual fue un lujo enorme para nosotros.
Desde el primer instante quedamos anclados a la maestra Rina, como lo pueden confirmar todos aquellos que tuvieron el gusto de conocerla. Sin pensarlo dos veces, le propusimos contar su historia, pero a ella no le intereso demasiado. Sin embargo, un poco de esa necedad de la que les hablo terminó por rendir frutos. La maestra paso de un “para qué hacer un documental sobre mi vida si no es interesante” a un “está bien jóvenes, vamos a hacerlo”.
Todo llamaba mi atención desde la primera visita a la casa colorada. Era impresionante aquella casona llena de historias e Historia con H mayúscula. Pero nada me impacto de tal manera como lo hizo aquel mural inacabado que reinaba en el estudio de la maestra. Se asomaban ya los dioses de la muerte, aquellos rojos inundaban todo el espacio, sobre la mesa los libros dejaban en evidencia que el trabajo de la artista era muy meticuloso. No había nada que no estuviera plenamente medido en el mural. Fotos, anotaciones, todo listo para terminar el mural, pero algo había que detenía esa tarea.
No tenemos la certeza de que era aquello que faltaba, pero supimos suponerlo. Hacía poco tiempo que la ausencia del maestro Bustos había mellado en su alma. Sin embargo, el contarnos su historia le recordó la impostergable obligación del artista. Poco a poco notamos que el mural iba surgiendo, un avance a cada visita, a veces nos confesaba con la jovialidad que la caracterizaba: “Es que tienen una maestra muy floja y ahora no le he pintado nada”. Su inframundo se iba materializando.
La última ocasión que estuvimos con la maestra fue en el homenaje luctuoso del maestro Miguel León Portilla ocurrido en Bellas Artes. Platicamos de los avances del documental que estaba casi terminado y ella nos compartió gustosa que también estaba próxima a concluir el mural. La maestra tenía claro lo que quería y estaba determinada a lograrlo. La vimos conversar personalmente con la titular de la Secretaria de Cultura. Era 3 de octubre.
Ese mismo día acordamos que hablaríamos pronto para ponernos de acuerdo e intercambiar la vista del documental terminado por la primicia de ver el mural concluido. Esa llamada se dio un 31 de octubre. Anteriormente la buscamos para felicitarla por su cumpleaños, pero como estaba de fiesta no escucho el teléfono y no contestó. Aprovechamos entonces la llamada para felicitarla y decirle que de regalo de cumpleaños ya teníamos el documental y queríamos mostrárselo. Ella feliz nos dijo que estaba maravilloso porque ella quería mostrarnos el mural que ya había terminado.
La mañana del primero de noviembre del 2019 amanecimos con la noticia de que la maestra había entrado al Xibalbá. Rodrigo y yo estábamos en Oaxaca haciendo fotografías. Solo Lydia tuvo la oportunidad de ir a despedirse de ella. Que mejor día para entrar al sitio de los descarnados.
La vida nos llevó al encuentro con Rina para dejarnos una huella indeleble. Nos tocó en herencia contar su legado; algunos nos han llamado afectuosamente Los Rinos por esta circunstancia que agradecemos en demasía.
El mural ha seguido el camino que Rina le trazó, el que ella sabía que tomaría, a pesar de todas las dificultades que pudieran existir. El mural salió de su estudio, se separó de su lugar de nacimiento, de su querencia, solamente para llegar a la cita con un destino histórico.
El inframundo de los mayas, el mural de Rina es ahora el nuevo habitante del Palacio de Bellas Artes.
Estas fotos son testimonios de esta historia que les cuento, un pequeño homenaje a Rina.
J. Fernando Montes de Oca.